Las costas del Caribe fueron testigos, en el siglo XVI, de una guerra localizada en otras latitudes. Inglaterra y España, así como las casas Habsburgo y Valois, se enfrentaban como grandes potencias marítimas, abriendo nuevos escenarios y estrategias bélicas en las costas caribeñas. Los piratas, bucaneros, filibusteros y corsarios, impulsados principalmente por Francia e Inglaterra y aprovechándose de las fisuras militares que dejaba el régimen español, encontraban un espacio idóneo a sus ávidas pretensiones. Se pretendía un mayor control de la actividad mercantil y una mayor expansión territorial. En el plano individual la principal inspiración se podía resumir en una sola palabra: fortuna.
Las costas de Tierra Firme, en la futura Capitanía General de Venezuela, no escaparían a la visita de legendarios personajes como el corsario inglés John Hawkins (el “Patrón”), quien estaría cerca de 1565 por las costas de Cumaná, Margarita y Borburata, y el corsario francés Jean de Bontemps, quien en la misma fecha atacaría Margarita y Borburata prolongando sus visitas en esta última por varios años. Así mismo, en 1576, el inglés Andrew Barker llegaba a estas costas, como lo hicieran sus compatriotas Robert Dudley cerca del año 1594, en Trinidad, Guayana y Paria, y Amyas Preston en 1595, en Coche, Margarita, Cumaná, Coro y “Santiago de León”, entre otras.