La afirmación de lo propio americano se canalizaba en múltiples formas desde finales del siglo XVIII. En año de improbable precisión pero, con seguridad, en el último tercio de la centuria mencionada, se concibieron unos versos que no pueden sino llamar la atención del lector actual. El autor no identificado elaboró un animado elogio al que puso por título “Memorial que presenta el aguardiente de caña”. El propósito evidente era demostrar las bondades y méritos de nuestro aguardiente. Entre otras curiosidades que cabe mencionar, debe decirse que el producto escrito de este desconocido ingenio americano no había pasado por publicación hasta ahora.