Nuestros aguinaldos

“Cuando el aire frío sorprende a los desprevenidos caminantes de la ciudad, este aire que baja de los más altos edificios, que sopla filosamente por los flancos de las avenidas y parece colarse por entre los surtidores como una lluvia liviana, siente uno la presencia de algo fabuloso y lejano que traen los días de diciembre… Los aguinaldos y villancicos levantan una ansiedad a medias triste y a medias jubilosa, una sensación de beatitud y deslumbre, una esperanza de alegría o un doloroso presentimiento… Así comienza diciembre. Y decir diciembre es decir Navidad.” Con estas palabras Adriano González León describió en 1954 la navidad venezolana en su relato La Navidad entre la historia y la leyenda.

Nada es más emblemático de estas fechas que la entonación de cánticos alusivos al nacimiento del Niño Dios, a la venida de los Reyes Magos, o a las celebraciones y fiestas que rodean el acontecimiento. Cantos conocidos  entre nosotros con el nombre de aguinaldos.  La utilización del término aguinaldo en Venezuela data de fechas remotas. Ya en 1777 el obispo Mariano Martí habla de las Misas de Aguinaldo celebradas en honor a la Virgen María en la población de Trujillo. Las mismas tenían lugar entre el 16 de diciembre y la Natividad en horas de la madrugada, lo cual parecía al obispo sumamente inconveniente, pues toda misa debía celebrarse ab aurora usque ad meridiem para evitar tentaciones y abusos.

Igualmente encontramos el término referido a los regalos o cuelgas que se obsequian en las fiestas de-cembrinas. De hecho, una de las acepciones que el Diccionario de la Real Academia da del vocablo es “regalo que se da en Navidad o en la fiesta de la Epifanía”.

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