El ahorro a juro

     El proyecto liberal del Estado Nacional comprende, entre muchas otras cosas, la necesidad de inculcar en el venezolano el concepto del ahorro. El elemento estrella de la economía es la cautela en el uso del dinero como medio de contrarrestar el despilfarro en asuntos poco edificantes y como instrumento para resguardar el peculio familiar. Será este el espíritu por el que se crea la caja de ahorro en la Caracas de 1842. En 1845 se inauguran las agencias de La Guaira y de Puerto Cabello, donde se localizan los puertos más importantes del país. Pero, además, están las de Valencia y Maracaibo creadas en 1843 y 1845 respectivamente.

     Las cajas de ahorro tienen su inspiración en la Sociedad Económica de Amigos del País, institución sin fines de lucro que intenta con sus publicaciones ir formando a los ciudadanos a través de una serie de instructivos teórico-prácticos que permitan el óptimo manejo de la economía personal y colectiva. En este sentido toca lo relativo al ahorro y sus consecuencias: “Si queremos hacer útiles y duraderos los felices resultados de nuestra industria y trabajos, es preciso comenzar por moderar nuestros gastos. El que no sabe ahorrar, al mismo tiempo que gana, mañana se hallará sin nada, y aunque se mate por trabajar morirá sin tener blanca”. La abundancia del patrimonio está garantizada en la íntima relación que debe existir entre el trabajo y el ahorro. De tal modo que: “El que quiera vivir cómodo es menester que sepa, no sólo cómo se gana, sino cómo se gasta lo que se tiene. Así aprenderá a renunciar a los gastos que no son necesarios ni útiles, y a no lamentarse tanto de los años malos ni de los impuestos”.

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