El presidente posó para su busto

     El año 1935 finalizo para los venezolanos con una importante novedad. Después de 27 años de hegemonía gomecista, moría en su lecho Juan Vicente Gómez. Para nadie resultaba desconocida la figura de quien lo sucedió en la presidencia: su mano derecha y ministro de Guerra y Marina: el general Eleazar López Contreras. A López se le tenía como un hombre extremadamente leal al dictador, fama muy bien ganada.

     Pocos meses después de iniciarse su mandato, presenta su Programa de Febrero, el 21 de ese mes. En él, además de puntualizar sus ideas políticas, que seguían los preceptos del conocido liberalismo, pone sobre la mesa nuevos elementos. Y es allí cuando se distancia de lo conocido hasta entonces: a saber, el reconocimiento y la atención a la clase obrera, “que han sido hasta hoy los más olvidados entre nosotros”, así como otros puntos importantes como la higiene pública y la asistencia social, sobre lo cual apuntó: “la gran mayoría de la población es víctima de enfermedades y flagelos sociales, que reducen su capacidad de trabajo y vigor intelectual”. Estos, entre otros contenidos importantes que no se quedaron en el papel. Al final de su gestión, el balance se mostraba posi-tivo con la creación de los Ministerios de Sanidad y Asistencia Social, de Agricultura y Cría, del Trabajo, y las mejoras en otros ramos, como Obras Públicas, Educación, etc. Su figura permaneció en la vida pública por muchos años; siempre se le tuvo como hombre austero, honesto y recto. En la imagen lo vemos posando para su busto, calmado y sin poses rebuscadas, mientras el escultor termina su trabajo.

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