La tradición agraria que comprendió inicialmente la economía venezolana comenzó una nueva etapa cuando los productos cultivados entraron en fase de comercialización internacional. A partir de entonces, los puertos cobraron una actividad y una importancia nunca antes vista. De ellos, el de La Guaira conservó un status especial por su cercanía con la capitalidad de la provincia y, más tarde, de la república independiente. Las inclemencias de la naturaleza presentes en este lugar no le restaron importancia debido a su posición geográfica y estratégica, en extremo útil cuando la mayor ciudad y centro de poder de todo un país necesita de un especial abastecimiento de recursos de todo tipo para conducir los destinos de la nación.
La lenta marcha del progreso
La economía agroexportadora se fue consolidando progresivamente en territorio venezolano a lo largo del siglo xviii. El fomento de algunos cultivos, como el cacao, el tabaco, el añil y tardíamente el café, se tradujo en la expansión del intercambio con la metrópoli y, a fines de la centuria, con Saint Thomas, colonia danesa en el Caribe, y los Estados Unidos, gracias a los permisos
otorgados para comerciar con países amigos y neutrales. Desde el período colonial, La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Angostura, Carúpano, Cumaná, Barcelona y La Vela de Coro fueron los puertos habilitados para recibir navíos provenientes de ultramar. Entre ellos, La Guaira conservaba la posición más destacada por su proximidad con Caracas, el centro urbano que contaba con mayor concentración poblacional y que, desde 1777, era la capital de la Capitanía General de Venezuela
Desde su fundación a finales del siglo xvi, La Guaira se caracterizó por ser una incómoda rada que, debido a los inclementes vientos y corrientes marinas, no prestaba abrigo a los barcos, por lo que éstos debían fondear a cierta distancia de la costa. A los problemas del puerto se sumaba la complicada travesía que significaba trasponer la barrera montañosa que separa La Guaira de Caracas, la cual, desde tiempos coloniales, debía ser transitada por sinuosos caminos de recuas.