La conformación de normas y valores que rigen la conducta de una sociedad determinada está asentada sobre innumerables factores que tienen diversos orígenes, pero cuyo impacto es apreciable hasta en lo más recóndito de la conciencia de sus miembros. Por esa razón, es de fundamental importancia el estudio de los comportamientos y sus posibles explicaciones, que trascienden más allá de simples descripciones de hechos y sucesos que carecen de signifi cado cuando sólo se aprecian de manera simplista.
Indudablemente, la regulación de esas conductas determinó la existencia de disposiciones que reconocían a los que circunscribían su comportamiento al cumplimiento de las mismas, recibiendo el reconocimiento social y el honor debidos. El ansia de reconocimiento colectivo, sorprendentemente, conllevó en casos excepcionales al paso a través de los canales de ascenso social, permitiendo así la movilidad de miembros de “calidades inferiores” a otras más elevadas, con lo que los hacía acreedores de reconocimiento social.