Un fiestón en Caracas en el siglo XIX

El general Marco Antonio Silva Gandolphi fue una figura prominente en la Venezuela de la segunda mitad del siglo XIX. Indudablemente contribuyó con su fama el haberse podido mantener en la cúpula del poder durante más de veinte años. Fue, entre otras tantas cosas, gobernador de Caracas, ministro de Instrucción Pública, auditor de Guerra y ministro plenipotenciario del Caribe. De todas las aristas que conforman la personalidad de este singular personaje, dos son las que se destacarán en este
escrito: su fervor guzmancista y su capacidad para organizar fiestones.

Sobre la primera, no se puede dejar de mencionar un hecho ocurrido a finales de 1877. Para ese año gobernaba en Venezuela Francisco Linares Alcántara (1825- 1878), nombrado presidente por el Congreso Nacional para el período 1877-1879, después de su triunfo en las elecciones. Su repentino fallecimiento en 1878 a causa de una afección bronquial, favoreció el retorno de Antonio
Guzmán Blanco al poder. Éste gobernó, una vez más, durante el período que se conoció con el nombre de El Quinquenio, persiguiendo implacablemente a los enemigos del régimen, sobre todo porque el propio Linares Alcántara había permitido, e incluso alentado, protestas antiguzmancistas. Uno de los periódicos de la capital, La Tribuna Liberal, se había convertido en la voz de estas protestas, y por eso fue acosado con singular saña. Uno de sus fundadores, el escritor costumbrista Nicanor Bolet Peraza, fue atacado por el personaje que nos ocupa. El general Silva Gandolphi le disparó con su revólver a la salida del periódico dejándolo mal herido. A raíz del suceso, Bolet Peraza tuvo que exiliarse con su familia en Nueva York, mientras que al general Silva Gandolphi lo nombraron gobernador del Distrito Federal…

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