Vocabulario erótico del cine venezolano

     Cierta moral puritana acusa a nuestro cine de “obscenidad” en el lenguaje, haciendo uso de una absurda división del lenguaje en decente e indecente sin considerar el carácter realista, casi documental, que define al cine venezolano. El problema, desde luego, no está en la decencia o indecencia sino en el hecho de que se trata de un vocabulario que en nuestro cine falsea el acercamiento a la realidad porque su propósito es el de desencadenar fáciles mecanismos de respuestas sin arraigos culturales, vinculadas a un maniqueísmo que hace perder la real carga que poseen las palabras en el espectador que las usa, pero que frente al cine pretende enjuiciarlas o, lo que es peor, negarlas.

     Lo dijimos en la Sesión Plenaria del Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Zacatecas, México, en 1997, de donde extraemos algunos fragmentos que aluden al tema del lenguaje. Decíamos allí que el mecanismo es sutil y perverso porque transforma al espectador en un ser pasivo que se afilia a la moral inquisidora que pretende que el cine tenga el mismo lenguaje neutro, falso y acartonado de las telenovelas. Lo que se rechaza es el uso fácil que el cine hace de determinadas palabras como señuelo para seducir y halagar al espectador; como una forma de mostrar una realidad pero sin acercarse a ella.

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