Del cartón postal a la postal romántica
La postal romántica fue un invento europeo que se produjo en la segunda mitad del siglo XIX. Apareció como una evolución de las postales comunes editadas por el servicio de correo en cada uno de los países y en las cuales los remitentes enviaban breves mensajes con estampillas al destinatario. Parece ser que el austríaco Emmanuel Hermann, en 1869, envió postales sin envoltorio y con un breve texto a un grupo de amigos, y su gesto tuvo mucha aceptación. Entonces el barón Adolf Maly, director de Correos y Telégrafos de Viena, copió la idea y reglamentó su uso mediante postales oficiales que se vendían en las diversas oficinas de correo. Luego, varios editores particulares vieron el filón comercial y publicitario del nuevo invento y lograron de inmediato que, colocando en el anverso de la postal alguna hermosa foto, el uso de las tarjetas postales se multiplicara exponencialmente. El servicio postal ganaba dinero con el envío de tales postales mediante la expedición de estampillas y nuevos impuestos a los editores particulares. Hacia 1905, la Unión Postal Universal recomendó dividir el anverso de las postales en una parte para el texto del remitente y otra para la imagen, de manera de proteger a la misma de la superposición de los escritos. Así, el anverso de las postales quedó para la imagen y el mensaje, y en el reverso se escribía el nombre y la dirección del receptor y se colocaba la estampilla postal.