Venezuela era para 1920 la economía más pobre de América Latina (dígase, el promedio de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú y México). Y de cara al futuro ha de señalarse que su base cafetalera de exportación, que venía desde los siglos precedentes, estaba bajo la enorme presión de Brasil y de Colombia, ambos cafetaleros y que tenían años desarrollando técnicamente sus cultivos. Lo que siguió a partir de entonces en el país, con el petróleo comenzando a estremecer las bases de nuestra economía hasta niveles inimaginables, cambiará para siempre nuestra historia.
Para la segunda década del siglo XX, la población de Venezuela es en lo primordial de índole rural. La idea del desarrollo económico tiene un poderoso indicador, cuando el proceso de modernización comienza a manifestarse. Éste no es otro que la condición de su población en términos urbano-rurales. Entre los censos poblacionales de 1891 y el de 1920, lamentablemente, no habían tomado lugar los previstos censos decenales. Es decir, no hubo mediciones de la población ni en 1901 ni en 1911. Ello le crea a la demografía venezolana un enorme faltante de información. En todo caso, si se miran con rigor los números de los dos censos sobre los que cabalga el tránsito de siglo, surge el elocuente resultado de que la población urbana de Venezuela, en términos relativos siempre al total de la población, no había sufrido cambios de ninguna significación. Era un país profundamente atrasado, inmóvil, sin fuerzas para hacerse parte del movimiento histórico-universal que sacudía al mundo desde hacía ya muchas décadas.