Dos naciones destacaban en el contexto suramericano de la tercera década del siglo XIX: la Gran Colombia y Brasil. De orígenes, culturas y formas de gobierno disímiles, a lo largo del efímero momento histórico que les tocó compartir, no cesaron de intentar tenderse mutuos puentes en pro de unas relaciones fructíferas para ambas partes, pero sus descomunales geografías, los no menos inmensos problemas y la breve existencia de la primera impidieron la confirmación y profundización de la amistad y cooperación deseadas.
El proceso de independencia sudamericano estuvo estrechamente vinculado con las crisis experimentadas por los reinos ibéricos a principios del siglo XIX. Las invasiones francesas determinaron efectos contrarios en los reinos intervenidos, y mientras la corte y la familia real portuguesa logran huir de Europa, en 1807, y establecerse en Río de Janeiro, alterando las relaciones coloniales por cuanto Portugal se convierte en una colonia de Brasil, los reyes españoles Carlos IV y Fernando VII abdican ante Napoleón en Bayona en 1809, creando un vacío de poder que favorece la formación de movimientos de liberación nacionales les y el surgimiento de nuevos estados independientes. En este contexto aparece el proyecto de la Gran Colombia promovido por Simón Bolívar, pero el mismo no pasa de constituir una porción de todo el espacio colonial español en Suramérica. No sucede lo mismo en Brasil que preserva, como un ente cohesionado, toda la colonización portuguesa en América.