Las haciendas y unidades para el cultivo y procesamiento de la caña de azúcar en Venezuela durante la época colonial se mantuvieron siempre a la zaga de sus equivalentes en las islas del Caribe. Atraso técnico, escasa competitividad y políticas adversas caracterizaron por entonces nuestra industria azucarera. Avanzado ya el siglo XVIII y mientras el convulso tiempo de la emancipación se aproximaba, políticos y productores con una nueva mentalidad intentaron favorecer, con mayor o menor éxito, el cultivo de la caña en nuestras tierras.
Del siglo XVI datan las primeras referencias a la introducción en territorio venezolano de semillas de caña dulce procedentes de La Española. En el transcurso de los siglos XVI y XVII, el cultivo de caña observó un lento desarrollo, signado por los altibajos de una política colonial contraria a la instalación de fábricas e ingenios en otros espacios que no fueran los establecidos en las islas del Caribe, particularmente en Cuba. En el marco de la economía doméstica venezolana, el cultivo de este rubro se orientaba estrictamente a suplir las necesidades del mercado local. Una serie de factores trababan el desarrollo del proceso productivo debido fundamentalmente al escaso avance técnico. En tal sentido, podría decirse que las unidades de procesamiento de la caña de azúcar que operaron en Venezuela durante el siglo XVI y principios del siglo XVII, se apoyaron en técnicas populares para entonces en España, que se basaban en una adaptación del sistema utilizado para el procesamiento de las aceitunas y la obtención del aceite de oliva.