En el año 28 nosotros éramos unos ignorantes políticos. Pero teníamos muchas inquietudes, fue la época en que vino Lindbergh a Venezuela después de haber atravesado el Atlántico solo. Se protestó, los estudiantes lo protestamos porque era un agente del imperialismo que volaba nuestro cielo. Era una época, pues, de un sarampión de todo color, pero también de un sarampión creador, porque de allí salieron una serie de iniciativas y de organizaciones que todavía muchas de ellas subsisten y que jugaron un gran papel. El camarada Pío Tamayo, cuando salimos de la cárcel, porque a él lo dejaron y soltaron a los estudiantes, nos dijo: vayan a trabajar por lo que hemos hablado en la tienda roja y aquí los espero porque yo sé que van a volver muy pronto. Dicho y hecho, salimos a trabajar y regresamos muy pronto al Castillo, a los pocos meses estábamos otra vez en el Castillo, mandados por Juan Vicente Gómez.