Manuela Sáenz una heroína incómoda

     Un trayecto vital que había que mantener oculto total o parcialmente: ésa fue la actitud que privó durante mucho tiempo sobre la divulgación de la biografía de Manuela Sáenz. Presidentes y ministros decimonónicos o de mediados del siglo XX, responsables de la publicación de las crónicas que la develaban, optaron por silenciarlas. Cuando algunos historiadores se decidieron a hablar de ella, lo hicieron mediante justificativos y juicios morales. La historia de estos desatinos, previos a la revaloración de la cual goza hoy la figura de esta heroína, se revela en las próximas líneas.

     Francisco González Guinán, estrecho colaborador de Guzmán, al referirse al episodio expuso que la determinación del presidente tuvo como motivación impedir que se arrojaran al viento las intimidades del Libertador y Manuela. En opinión de Guzmán Blanco, este aspecto de la vida del Libertador no tenía nada que ver con su vida pública ni con la historia de Colombia, por tanto debía sepultarse en el olvido por “decoro nacional y patriótica gratitud”.

     Muchos años más tarde, en 1949, el ministro de educación Augusto Mijares ordenó incinerar la publicación de un fragmento correspondiente a las memorias del naturalista francés Jean-Baptiste Boussingault, quien viajó a América y conoció personalmente a Manuela y a Bolívar. Según expuso Mijares, no podía él como ministro de educación, autorizar la distribución por toda América y con el respaldo de la Biblioteca Venezolana de Cultura de todas las necedades y calumniasque Boussingault había escrito contra Bolívar, las mujeres de América y, en particular contra Manuelita Sáenz. La obra, ya impresa, fue echada al fuego. En el primer caso, el mandato de Guzmán no tuvo el éxito esperado. En 1914 aparecieron los pliegos de O’Leary, salvados del fuego por una mano amiga, y se publicaron, completándose así la edición de las Memorias. En el caso de Mijares ocurrió otro tanto. En 1974, José Agustín Catalá imprimió el libro condenado a las llamas por el ministro de los militares, y se conocieron entonces las intimidades de Manuela relatadas por el científico alemán.

Deja un Comentario

Tu dirección de email no será publicada. Campos obligatorios *

*