Con las manos quemadas

     Al presidente Rómulo Betancourt le tocó gobernar en un período muy convulso de la historia de Venezuela. Los partidos políticos de izquierda, inspirados por la revolución cubana, optaron por la lucha armada como mecanismo para llegar al poder. En el interior del país actuaban las guerrillas y en la capital de la república las llamadas Unidades Tácticas de Comando, cuyas acciones terroristas causaron zozobra en la población. Por otro lado, la ultraderecha no se resignaba a la perdida de los privilegios obtenidos durante diez años de dictadura militar (1948-1958) y tampoco dejaban de atentar contra el gobierno democrático recién instaurado.

     Sería en el seno de esta última que se planifi có y llevó a cabo (con auspicio del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo) el intento de magnicidio del que fue víctima Betancourt el 24 de junio de 1960, cuando se desplazaba por la avenida Los Próceres para presidir un desfile militar. Él mismo describió el método utilizado: “Se había hecho estallar una poderosa carga de dinamita y gelatina inflamable colocada en un vehículo que se situó paralelo a una intersección de la avenida por donde debíamos pasar. Fue usado el novísimo sistema de atentados políticos que teníamos el dudoso privilegio de estrenar, de hacer estallar la poderosa bomba desde una distancia de centenares de metros, mediante un mecanismo de microondas”. El presidente resultó con varias quemaduras, en la cara, los ojos y las manos… Una vez que fue atendido en el Hospital Clínico Universitario, dando muestras del coraje que siempre le caracterizó, insistió en ser trasladado al Palacio de Mirafl ores desde donde quería enviar un mensaje a la nación: “Le había pedido a mis médicos […] que buscaran la forma de contrarrestarme los efectos de la morfina y otros sedantes. Necesitaba llegar alerta, lúcido a Miraflores […], esa misma mañana […] hice el esfuerzo laborioso de grabar un mensaje al país para ser radiado. El labio superior tenía una herida y al modular las palabras sentía un dolor agudo. El mensaje pudo salir al aire sin embargo”.

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