Las reiteradas prohibiciones o reglamentaciones de las celebraciones populares que se producen a lo largo del período colonial, dan cuenta de una práctica social donde la música jugaba un rol fundamental. Al mismo tiempo, las continuas admoniciones, amenazas y amonestaciones formuladas por las autoridades eclesiásticas, reflejan la persistencia con que la población las ignoraba. Las providencias y decretos del obispo Mariano Martí relacionados con el tema demuestran la preocupación de la Iglesia venezolana por el pernicioso efecto que estas celebraciones surtían sobre la feligresía y el propio clero. No es casual
que se enfilen los ataques de estos escritos hacia el baile y la música, los cuales se consideraban particularmente pecaminosos. En sus Libros de Providencias, que forman parte de la monumental Relación y testimonio íntegro de la visita general que en la Diócesis de Caracas y Venezuela hizo el Ilmo. Sr. Dr. Dn. Mariano Martí, del Consejo de su Majestad, 1771-1784, el obispo Martí suma a la larga lista de prohibiciones que ya pesaban sobre los bailes y las danzas en Venezuela las suyas propias, que destacan por su cantidad y profusión de detalles. Varios son los temas que el obispo Martí considera perturbadores, pero sin lugar a dudas es la junta de sexos a toda hora y la mezcla de clases sociales imbuidas en una atmósfera musical lo que más le inquieta, sobre todo si se toma como excusa la veneración de santos o patronos. Para el Obispo, estos saraos eran una especie de aquelarres, por lo que debían prohibirse so pena de excomunión mayor latae sententiae.