Dos visiones de país, dos proyectos de futuro, confluyeron en el triunvirato que asumió el gobierno tras el derrocamiento de Rómulo Gallegos. Unos, fieles a la tradición militar latinoamericana, creían en el ejercicio directo del poder por parte de la institución castrense; para los otros la intervención de las Fuerzas Armadas sólo se justificaba en situaciones de emergencia. A estos últimos pertenecía Carlos Delgado Chalbaud, cuya muerte despejó el camino a los que creían en el destino manifiesto de los militares.
El 24 de noviembre se estrenó la Junta Militar de Gobierno presidida por Carlos Delgado-Chalbaud Gómez e integrada además por Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez. Los dos primeros, oficiales egresados de la Escuela Militar y con estudios realizados en Chorrillos, Perú. Delgado, por su parte, era Ingeniero en Obras Públicas egresado de la École des Travaux Publics de París, asimilado a las Fuerzas Armadas Nacionales en 1936 y enviado a continuar estudios de Ingeniería Militar en la École d’Application du Génie de Versailles Asu regreso se incorporó al Batallón de Ingenieros Francisco Avendaño y a la Escuela Militar, donde dictó numerosas asignaturas y se desempeñó como Jefe de Estudios.
Después del “movimiento revolucionario de la juventud militar del ejército”, como a él le gustaba llamar al 18 de octubre de 1945, asumió el Ministerio de la Defensa, donde realizó una gestión que tuvo entre sus principales líneas la unificación del colectivo castrense y el impulso a las nuevas generaciones, el mejoramiento de la calidad de vida de oficiales y soldados, la continuación de los programas de capacitación dentro y fuera del país, la dotación de equipos y armamentos de las cuatro fuerzas, la reorganización operativa del Ministerio y el reforzamiento de los vínculos con las Fuerzas Armadas norteamericanas tanto en ayuda técnica como en el suministro de material bélico.