El acuerdo alcanzado por el presidente Isaías Medina Angarita y el partido Acción Democrática para llevar a la Presidencia de la República a Diógenes Escalante diplomático de larga permanencia en el exterior, se vino abajo ante la repentina pérdida de la razón sufrida por el escogido. Un trágico episodio que, para muchos, torció el rumbo del país y abrió el camino a los acontecimientos que desembocaron en el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945 que desplazaría del poder al gobierno medinista.
Un súbito ataque de arteriosclerosis. Esa fue la explicación científica que los médicos dieron a la enfermedad repentina de Diógenes Escalante y que tras horas de observación transmitieron a la familia y a la dirigencia política reunida en casa del enfermo. Un ataque tan contundente que en menos de veinticuatro horas lo obligó a renunciar a la aspiración presidencial que habían madurado él, su partido y la oposición en más de ocho meses de negociaciones. Tan definitivo, que quebró esa alianza de políticos que fumaban en la sala y que se habían agrupado en un frente democrático para apoyar la candidatura de Escalante y oponerse a la intención del ex presidente Eleazar López Contreras de volver al poder. El peor síntoma estalló en la mañana del 2 septiembre de 1945, en la víspera de un desayuno que había pautado el candidato con el presidente Isaías Medina Angarita. En la suite presidencial del hotel Ávila, vestido con calzoncillos y medias, Escalante se aferró al brazo de su secretario, Hugo Orozco, y le dijo que una conspiración lo dejó desnudo, que “alguien” había robado sus pañuelos, sus camisas, su chequera.Mientras, ambos miraban el ropero repleto con las prendas que el candidato creía perdidas.