Viven mismamente como bestias; cuando tienen hambre, comen; hacen el coito sin recato alguno cuando les viene en gana, y fuera de hermanos y de hermanas, todos los demás son comunes. No son celosos, y a mi parecer es gente fría y no muy libidinosa, lo cual quizá les provenga de comer mal. Por lo que hemos visto en todas las islas donde hemos estado, tanto los indios como los cambalos [caníbales] son grandes sodomitas, no sabiendo, como yo pienso, si hacen mal o bien. Hemos estimado que este maldito vicio ha venido a los dichos indios de los dichos cambalos, ya que, como os he dicho arriba, son hombres más feroces y (es probable) que, al subyugar a los dichos indios y comérselos, también les hayan inferido por vilipendio semejante exceso, el cual después, extendiéndose, se ha propagado de uno a otro.
Estando yo en la barca tomé una cambala [caníbala] bellísima, la cual me regaló el Señor Almirante; y teniéndola en mi camarote, al estar desnuda según su usanza, me vino deseo de solazarme con ella; y al querer poner en obra mi deseo, ella resistiéndose, me arañó de tal modo con sus uñas que yo no hubiese querido entonces haber comenzado; pero visto aquello, para deciros el final, agarré una correa y le di una buena tunda de azotes, demodo que lanzaba gritos inauditos que no podrías creer. Por último, nos pusimos de acuerdo de tal manera que os puedo decir que de hecho parecía amaestrada en la escuela de rameras.