El terremoto que devastó a El Tocuyo la tarde del jueves 3 de agosto de 1950, es uno de los grandes desastres históricos de Venezuela: no sólo fue el evento más destructor ocurrido en el Occidente venezolano durante el siglo XX, sino también el desastre sísmico más significativo padecido por esta ciudad la rense. Las medidas tomadas por la Junta Militar de Gobierno para atender las consecuencias del sismo favorecieron los procesos de industrialización y capitalización que se venían desarrollando paulatinamente en el lugar.
Expuesto desde su fundación en 1545 al potencial sismogénico del sistema de fallas de Boconó, El Tocuyo sufrió, durante los siglos XVII y XIX, los rigores de cuatro terremotos que si bien ocasionaron daños de consideración en la ciudad, no la arrasaron hasta el punto de hacer necesaria una reconstrucción total, como sí lo hizo el terremoto de 1950. Los efectos de este último fueron tan devastadores que las tramas urbanas y el tejido social de la ciudad resultaron irremisiblemente alterados. Cabe destacar que aunque se trató de un sismo de magnitud 6.3 (la cual se considera relativamente moderada), el temblor del 3 de agosto representó la virtual destrucción de El Tocuyo. Pero, ¿cómo es que un sismo “moderado” arrasa casi completamente con una ciudad? Pues, todo depende de la ciudad.