El amor, esa sensación que embelesa a hombres y mujeres inspirando anhelos, afectos, pasiones y deseos, cuya multiplicidad de sentimientos motiva la necesidad de establecer lazos afectivos, llega de esa forma a constituirse en la base del ser mismo, porque con la proyección de esas emociones se establecen vínculos interpersonales duraderos y se conforman familias sobre las que se asientan las sociedades. Por esas razones, es de significativa importancia la percepción histórica del amor, la cual ha tenido notables variaciones desde épocas inmemoriales hasta la presente, debido a que sobre sus concepciones se han estructurado disímiles patrones de comportamiento y conducta, los cuales abarcan inconmensurables actitudes que oscilan entre lo permitido y aceptado hasta lo prohibido y auténticamente reprobable.
En la sociedad moderna, el concepto del amor comprende el erotismo, es decir, es extensivo a conductas que van más allá de los encuentros sexuales. Dicho concepto está inmerso en la esencia de esa maravillosa experiencia humana que es el enamoramiento, comprensivo del impacto cautivador que dimana de la personificación del ideal de belleza encarnado en el ser amado. Además, la sensación de desprendimiento individual y comunión con la pareja, modifica el estado del ser y la dimensión de la vida en términos de dualidad, transformando el sentido egoísta del yo, por el nosotros, sin lo cual es impensable en la sociedad contemporánea.
A pesar de lo expuesto, la definición del amor está distante de alcanzar su consenso debido a la multiplicidad de ópticas con las que se ha abordado en las diferentes disciplinas científicas. La medicina lo ha restringido a un instinto de orden fisiológico del cual rápidamente se han apoderado las ciencias del comportamiento, ubicándolo en una taxonomía de relaciones interactivas, reduccionistas y deterministas que denominan sexualidad. Por su parte, la psicología, de rigurosa tradición analítica, asienta sus teorías sobre la libido, consideran- do el deseo amoroso como una serie de reacciones afectivas con motivaciones inconscientes.
Esas acentuadas divergencias en las concepciones del amor y la sexualidad se magnifican al indagar la evolución histórica de las mismas, que han experimentado innumerables variaciones, tantas como sociedades han existido. Esa diversidad se debe a las transformaciones que han experimentado los significados de los vocablos, producto de los constantes cambios sociales. En las páginas de este dossier se encuentran casos muy notables de amores cuyos protagonistas han mostrado sus pasiones más allá de lo permitido y han atravesado los umbrales del escándalo y el deshonor, pero es indiscutible que fueron amores muy apasionados.