Tragedia en el puente sobre el lago

     Eran cerca de la medianoche del lunes 6 de abril de 1964, unos pocos vehículos transitaban por el majestuoso puente General Rafael Urdaneta. Debajo, en las oscuras aguas del lago, navegaba un tanquero de la empresa Esso cargado de petróleo. Dos horas antes había completado su carga de 262 mil barriles de crudo en el puerto petrolero de La Salina.

     La pesada embarcación, de 198 metros de largo, 27 metros de ancho y 10metros de calado, quedó repentinamente a oscuras. Todas las máquinas se paralizaron de modo que el tanquero continuó avanzando sin ningún control hacia el lado oriental del lago. Las tardías y desesperadas maniobras llevadas a cabo por la tripulación, como lanzar el ancla por estribor, no detuvieron su desplazamiento. Primero chocó contra el pilar 31 y después contra el pilar 32 del puente. Ambos pilares cedieron ante la fuerte arremetida de la embarcación de 36.000 toneladas y 256 metros del puente se  vinieron abajo pesadamente. Los vehículos que en ese instante atravesaban el tramo se precipitaron a las aguas, sin posibilidad de salvación. Las luces del puente se apagaron alertando a los vigilantes, quienes cerraron el tránsito evitando así una tragedia mayor. Al amanecer, toda la ciudad contemplaba consternada el insólito espectáculo.

     Dieciocho meses antes, el 24 de agosto de 1962, el Zulia junto a toda Venezuela celebró la inauguración de esta grandiosa obra que comunicaba a la “Sultana del Lago” con el resto del país. Los venezolanos festejaron orgullosos el puente prensado más largo del mundo, de 8 kilómetros 678 metros con 60 centímetros, con 45 metros de altura en su parte más elevada. Se trataba de la obra de ingeniería más ambiciosa que se había realizado en Latinoamérica después del Canal de Panamá. Era de esperar, por tanto, la desolación que embargaba a todos los que presenciaban la imagen del súper tanquero anclado en el lago, el puente cortado en un gran tramo y parte de los pedazos desprendidos sobre la proa de la embarcación.

    Las investigaciones que siguieron al siniestro determinaron la responsabilidad del capitán del tanquero y de la empresa petrolera dueña de la embarcación. La falla eléctrica se presentó 35 minutos antes del choque, transcurrieron 30 minutos antes de lanzar el ancla, tal vez una maniobra más oportuna habría evitado la tragedia en vidas y pérdidas materiales.

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