En horas de la mañana del 24 de junio de 1960, Rómulo Betancourt, entonces Presidente de la República, se dirigía en el automóvil oficial a presidir los desfiles militares programados para conmemorar esta fecha patria. Lo acompañaban el ministro de la Defensa y su esposa, un coronel y el chofer. Mientras se desplazaban por la avenida que conduce a Los Próceres, donde se realizarían los actos, detonó una bomba colocada en un vehículo estacionado a un lado de la vía. El mismo Betancourt relata el suceso: “…estalló una poderosa explosión que lanzó el automóvil nuestro fuera de la vía y lo convirtió en una masa de hierro y fuego (…) por entre la cortina de fuego que nos rodeaba y nos lamía, alcanzamos a escapar con vida el ministro de la Defensa, su esposa y yo, los tres con quemaduras generalizadas de primero y segundo grados”. Después de realizadas la primeras curas el Presidente insistió en que lo llevaran a Miraflores, desde donde se dirigiría al país. Fue conducido en “una camilla, ambas manos como guindajos de carne quemada; la cara deforme; escasa la visión; oyendo poco”.Venciendo el dolor, pronunció un mensaje que fue transmitido por radio a toda la nación.Las investigaciones llevadas a cabo llegaron a conclusiones irrefutables: se trató de una conspiración militar con ramificaciones en el exterior. Se comprobó que el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo era el autor intelectual del intento de magnicidio.