Los Negocios de don Juan Vicente Bolívar y Ponte

     A la sombra del monopolio de la Real Compañía Guipuzcoana –que había convertido el cacao en la base de un boyante comercio–, se gestaron fortunas nutridas por toneladas de productos que arribaron a la costa venezolana como contrabando. Labores había para favorecer la faena. Y fue el cargo de oficial real en La Guaira el que a lo largo de diez años le permitió a don Juan Vicente Bolívar y Ponte acceder a las “tentadoras mercaderías” que halagaron su paladar e incrementaron sus caudales.

     En nuestra larga historia colonial figura un personaje digno de aparecer en el reparto de aquellas películas donde el criminal queda libre, las policías frustradas y los calabozos vacíos.Nuestra historiografía apenas se ha ocupado de él por una carambola forzada (Juan Morales Álvarez constituye una honrosa excepción), o quizás porque no ha convenido a la historia oficial divulgar sus fechorías. Elías Pino Iturrieta lo desenmascaró en su libro Contra lujuria, castidad (1992), y posteriormente vio la luz la obra del padre Alejandro Moreno Olmedo, Pastor celestial, rebaño terrenal, lobo infernal: expediente a don Juan Vicente de Bolívar (2006), donde se ofrece el texto completo de un expediente sin desperdicios sobre la vida privada de En el oficio más deseado Transcurría el primer siglo de bonanza económica venezolana,más de doscientos años después de que los sueños áureos del Colón descubridor trasladaran a los virreinatos el interés de la Corona de los Habsdon Juan Vicente Bolívar y Ponte, el progenitor de Simón Bolívar. Este último libro cierra un círculo de sospechas que permite reafirmar una hipótesis acerca de la fortuna amasada por este prominente patricio caraqueño en circunstancias algo oscuras.

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