El Desafío de la Historia de vuelta a clases

 

Tripa revista 46

     Como hemos hecho constar en numerosas ocasiones, el Grupo Editorial Macpecri ve con especial interés el tema de la educación infantil, ya que constituye un punto muy sensible para la sociedad. Es por ello que nos hemos propuesto el compromiso de involucrarnos cada vez más en la impartición de cultura en niños preadolescentes, y una ocasión para ello se dio nuevamente con la realización, en fecha reciente, de un taller en el Colegio Jefferson, ubicado en Colinas de Valle Arriba, en la ciudad de Caracas.

     En esta ocasión, sostuvimos un encuentro ameno con un grupo compuesto por sesenta niños pertenecientes al cuarto y quinto grado del plantel. El tema de esta actividad llevó por título «Danzas, bailes y pataleos en Venezuela», y el mismo fue conducido por Mariantonia Palacios, licenciada en Artes y Magister Scientiarum en Musicología Latinoamericana por la Universidad Central de Venezuela, Magister Artium por la Universidad de Costa Rica, profesora titular de la Universidad Central de Venezuela e invitada de la Universidad Simón Bolívar y de la Universidad Metropolitana, quien se ha desempeñado también como colaboradora de nuestra revista en numerosas ocasiones.

     Durante el encuentro, se habló largo y tendido acerca de la cultura venezolana y sus manifestaciones en las artes corporales, y se les dio como obsequio un ejemplar de nuestro número 17 a cada uno de los presentes, el cual versa precisamente sobre este campo.

     La importancia de tratar los bailes populares y el estilo particular que toman en Venezuela reside en que este arte es, a menudo, considerado como el más antiguo de la historia; por ende, está íntimamente ligado al desarrollo humano. La danza es esencial para escudriñar en el estudio de cualquier país, ya que la misma se encuentra impregnada de elementos del imaginario colectivo de cada nación, así como se pueden entrever los rasgos distintivos que conforman la identidad y la idiosincrasia de su población. Así, mediante la danza, los pueblos tienen oportunidad de expresar de manera artística su manera de ser, su forma de pensar y definir el cristal con el que se disponen a ver el mundo.

     Cosas como éstas son de necesario aprendizaje para los niños, ya que permiten establecer un vínculo psicológico y emocional con su propio país a temprana edad, algo que germinará en una nueva generación de venezolanos orgullosos de su país y su gentilicio. Igualmente, el contacto con los más pequeños y, por extensión, con el público en general, nos ayuda a cumplir nuestro cometido de promover un mejor conocimiento de la cultura venezolana entre los ciudadanos y reforzar aún más la identidad nacional, de cara a nuevos tiempos en los cuales los venezolanos seamos conscientes de nosotros mismos, de lo que tenemos, y de lo que somos capaces de hacer.

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