En blanco y negro

     Las películas abandonaron el blanco y negro desde que surgió el color, el technicolor y otros procedimientos. El color se impuso y la vida cinematográfica comenzó a maquillarse, a pintarrajearse. El ojo terminó por saturarse de tantos colorines y la nostalgia por el antiguo blanco y negro terminó por removerse y aflorar en muchos cinéfilos que han entendido y sostienen que el blanco y el negro no son dos sino muchos colores más.

     Algo extraño ocurre y se agita detrás de esta veneración; es como la afi rmación de algunos puristas del sonido y coleccionistas de discos de pasta y de larga duración: aseguran que escucharlos con el sonido agregado en  de la aguja sobre el surco del disco es una música aun más gloriosa que la que se escucha en las cintas o en los nuevos sistemas de grabación que, sin embargo, para la inmensa mayoría son excelentes y de altísima fidelidad. La pregunta permanece en el aire: ¿no es ir acaso contra los avances técnicos? Negarse al color ¿no es retroceder al tiempo pasado y superado en el que hombres como Charles Chaplin, entre otros, se resistían al advenimiento del sonido por considerar que la palabra mataría el poder  en desgracia por la llegada del sonido, encontró la manera de utilizar las nuevas tecnologías para revivir el cine de los años veinte, la gloria.

     El crítico español Ángel Fernández-Santos, al referirse a las viejas películas fi lmadas en blanco y negro, dice que en realidad no se trata sólo de dos colores, sino que en ellos hay muchos más. Se refi ere por ejemplo a las películas en blanco y negro que interpretó Humphrey Bogart: “Bogart en buen color es estupendo. Pero en blanco y negro es insuperable porque la hondura de su rostro tallado a cuchillo se multiplica fi lmada en negruras. El fondo del surco de sus cicatrices se hace ahí oscuro. Pero teñidas por el colorín en boga serían arbitrarios trazos rosáceos mas propios del blando macherío a lo Mel Gibson o a lo Tarantino”.

     En su artículo titulado “El color negro de las cicatrices de Bogart”, Fernández-Santos se refi ere a un amigo suyo, fotógrafo, que por enésima vez veía Sunset Boulevard, de Billy Wilder: “Se sabe la película tan de memoria que se taponó los oídos y miró. Solo miró, asombrado. Ya no es posible quizás hacer un color de tanta hondura. En ayunas de él, mucha gente ha perdido las pistas de su superioridad y al no saber distinguirla, la rechazan. Pero alguien me contó que había visto por primera vez en el cine Casablanca y casi no la reconoció, aunque la ha visto en decenas de pases en video. Le pareció completamente distinta sobre todo por el color. Era la primera película en blanco y negro que veía en un cine y no tenía nada qué ver con el blanco y negro que había visto en la televisión. Tenía la impresión de que no eran dos sino muchos colores más”.

 

Un comentario

  1. Admiró los sutiles entre telones de algunas escenas de Casa Blanca de hecho una de mis favoritas solo es posible hallarlas en Ingles o Francés

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