Café: los granos de oro

     Largo fue el recorrido de la planta del café (cafeto) desde Abisinia (Etiopía), pasando por Europa, hasta llegar finalmente a tierras americanas. Una vez que arriba a la Guayana holandesa y Martinica se expande por la América del Sur. Cuando esto ocurre, el gusto por la bebida se hallaba ampliamente extendido en gran parte de Europa. Luego este era un importante mercado para la colocación del grano.

     En estas tierras, la planta encontró campo propicio para su cultivo, las condiciones climáticas y del suelo permitieron su pronta propagación. En los inicios, la zona centro norte costera fue uno de sus principales asientos. Paulatinamente, su cultivo destronó al principal producto de exportación: pasamos de ser una economía esencialmente cacaotera a ser una economía cafetalera. La mono exportación nos hacía dependientes de las fluctuaciones de los precios del café en el mercado internacional.

     Promediando el siglo xix se registra un auge cafetalero en el país que atrajo a comerciantes franceses, ingleses y alemanes. Estos últimos adquieren una importancia significativa y, para la comercialización del café, crearon las casas comerciales. Como la ciudad de Maracaibo era el principal puerto de exportación, allí se asentaron las principales firmas.

     Los granos de oro dedicadas a su comercio. El apogeo incesante de la producción convirtió a la región andina, que había iniciado de manera tardía su cultivo, en un protagonista estelar. En ella se concentrará el mayor porcentaje de la producción del grano en todo el país. Aunque el chocolate siguió por mucho tiempo adueñado del gusto de los consumidores, los venezolanos se aficionaron al consumo del café, que no solo se disfrutaba en las casas, sino que también se convirtió en una bebida social. Reunirse alrededor de una buena taza de café sigue siendo hoy uno de los grandes placeres de los cuales continuamos disfrutando.

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